martes, 13 de junio de 2017

Crítica de arte: el Guernica

Guernica (1937). 3,49m x 7,77m, óleo sobre lienzo
Pablo Picasso es uno de los artistas que más me ha entusiasmado desde siempre, desde niña, desde que me compraron uno de esos libros de dibujos sobre un hombre que gustaba de vestir a rayas, tenía un estudio lleno de cosas super raras y pintaba caras, cuerpos y todo lo que se le ocurriera con formas de lo más extrañas. Desde luego, si tienes siete años, es para impresionarse. Pero quizás el genio de Picasso no reside en su capacidad para dejar ojiplática a una niña, sino en su increíble poder de dejar con la boca abierta a generaciones y generaciones, pasadas, presentes y futuras.

Hablar de él, de toda su obra, e intentar explicar todo lo que transmite y todo lo que me maravilla sería como para escribir cuatro entradas (mínimo); por lo que he creído más adecuado escoger uno de los cuadros más simbólicos y universalmente conocidos: el Guernica.

He tenido varias oportunidades de ver el gigantesco lienzo en persona y no ha habido una sola que pasara de largo. Es de esos cuadros que siempre tiene algo nuevo que decirte. Tenebroso, macabro, descarnado, trágico, agónico, desesperante... La lista de adjetivos se eterniza para el cuadro que retrató uno de los episodios más truculentos de la historia de nuestro país: el bombardeo de la villa vasca de Guernica a manos de la Legión Cóndor Alemana.

Personas que gritan y claman al cielo, mujeres que huyen heridas, brazos amputados, cabezas cortadas, animales que huyen despavoridos... Creo que el Guernica destila horror y maravilla a partes iguales. Horror por representar tamaña masacre. Maravilla por transmitir tanto gracias a una mano y un pincel. Desde luego es uno de esos cuadros que invita a la reflexión reposada, por paradójico que suene, de la histeria que refleja.

Cada elemento es un mundo en sí mismo y se presta a infinitas interpretaciones. Esa lámpara que parece un ojo que todo lo ve, esa mujer que llora a su hijo como si de La Dolorosa se tratase, ese brazo que después de cortado sigue aferrándose a la espada... Creo que todo tiene un sentido y que nada queda al azar en la composición. Pero si tuviera que decantarme por uno sería, sin duda, la paloma; el menos evidente y, para mí, el más ilustrativo. Tardé lo mío en descubrirla y desde que lo hice se me suele escapar la mirada. Ahí, entre el irónico toro y el caballo, oscura, discreta, escondida. ¿Una paloma de la paz, quizá? De la paz, sí, pero derrotada. En lugar de blanca Picasso la pinta con el mismo gris del fondo y, al igual que otros personajes, parece que grita al cielo desesperada. Todo un símbolo del horror y la barbarie que se respiraba en la época de la Guerra Civil.

De hecho, creo que la técnica cubista, con la deformación tan llamativa que provoca en los cuerpos, contribuye a incrementar esa sensación de locura, confusión y caos que sin duda debía respirarse cuando cayeron las bombas en Guernica. De hecho, me ocurre que tras mucho contemplarlo casi me transmite agobio ante tal mezcla de masas informes que se atropellan desesperadas por sobrevivir. Agobio y ganas de salir corriendo, de huir, pero no de la sala, sino del propio pueblo. Es una obra que consigue transportarme al 26 de abril de 1937, aunque solo sea emocionalmente, y me hace sufrir por y con los personajes. Ni siquiera necesita pintar ríos de sangre roja o figuras de colores para transmitir con más realismo una escena tan trágica. Solo mediante el blanco, el negro y toda la gama de grises que se le antoja, el pintor malagueño plasma la realidad del momento con una precisión asombrosa. Una realidad que no es física, sino emocional. Y eso se merece toda mi admiración y mi más profundo respeto.

Genio se escribe con P de Picasso.



Entrada escrita por: Marta Alonso-Patallo Estupiñán

domingo, 11 de junio de 2017

El expresionismo abstracto explota en el Guggenheim

EL EXPRESIONISMO ABSTRACTO

El Expresionismo Abstracto trajo consigo una revitalización de la pintura, que adquirió un significado existencial nuevo y profundo en un contexto histórico complejo, dominado por la guerras y la devastación que atenazaron gran parte de la primera mitad del s. XX., así como la transformación de EE.UU. en una superpotencia global dominante. 
En este contexto, los expresionistas abstractos dieron un nuevo significado a la pintura, reivindicando la misión trascendental que corresponde al artista. En la obra de estos autores se plasma de una forma totalmente nueva desde el gesto o el dinamismo del cuerpo del pintor en acción hasta la aspiración a lo sublime, pasando por la expresión de un enorme abanico de estados emocionales (Juan Ignacio Vidarte, Director General del Guggenheim de Bilbao).
La pintura abstracta supone una confrontación con el espectador, según Pollock; "no son pinturas en el sentido tradicional", en palabras de Still, sino "vida y muerte fundiéndose en una terrible unión". Rothko busca "expresar las emociones humanas básicas, tragedias, éxtasis, fatalidad, etc.", mientras que Newman ofrece una de las perspectivas más elevadas, al afirmar que solo podemos comprender lo físico si comprendemos lo metafísico.
Debido a su origen neoyorquino, a la renovada confianza en la pintura que propone y la libertad de expresión creativa que le caracteriza, este fenómeno ha sido celebrado como netamente americano. De hecho, se dice que Nueva York toma el papel de París como capital mundial del arte a raíz de la explosión de este movimiento. no obstante, tanto en sus raíces e influencias como atendiendo al origen geográfico de algunos de sus componentes, tiene una vinculación esencial con el arte y la cultura europeas.
Si bien el expresionismo abstracto constituye un fenómeno rupturista, sus principales figuras recurrieron a fuentes tan heterogéneas como el arte primitivo, el Romanticismo alemán, el Surrealismo, el Cubismo o el Expresionismo y recibieron la influencia de grandes maestros como El Bosco o Rembrandt (Anfam, 2017). Tanto las biografías de muchos de los expresionistas abstractos, llenas de abundantes episodios dramáticos o difíciles, como el contexto posbélico en el que desarrollaron su arte, contribuyeron a la intensidad que se aprecia en la mayoría de estas piezas.
El expresionismo abstracto fue fruto de la experiencia común de una serie de artistas que vivieron en el Nueva York de la década de 1940 y, aunque eran amigos y compañeros, cada uno tenía un estilo propio y único. A diferencia de lo que ocurrió en movimientos precedentes como el Cubismo o el Surrealismo, el Expresionismo Abstracto no parecía seguir una fórmula fija, una diversidad que celebra la libertad individual de cada artista para expresarse(Anfam, 2017).

Los Irascibles, Nina Leen, publicada en la revista LIFE el 15 de enero de 1951.
Es la fotografía que aúna más integrantes del Expresionismo Abstracto en un mismo lugar.


LA EXPOSICIÓN

Coincidiendo con su XX Aniversario, el Museo Guggenheim de Bilbao ha acogido una de las mayores exposiciones que se han dedicado en este continente al movimiento americano. Con la colaboración de la Royal Academy of Arts de Londres, la Fundación BBVA y Terra Foundation for American Art, el museo ha acogido entre sus muros algunas de las obras más relevantes de los artistas que dieron forma al movimiento (Sam Francis, Barnett Newman, Willem de Kooning, Jackson Pollock, Mark Rothko, Ad Reinhardt...). Desde el 3 de febrero de este año al 4 de junio, miles de visitantes han podido disfrutar de pinturas, fotografías y esculturas que ofrecen un panorama integral del desarrollo del Expresionismo Abstracto y sus grandes logros artísticos. Más de 130 obras creadas por los máximos exponentes de esta tendencia procedentes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Algunas de ellas, según Francisco González (presidente de laFundación BBVA) han abandonado el continente americano por primera vez.
Entre los cuadros más valiosos que se han exhibido en Bilbao destaca el lienzo de mayores dimensiones que Pollock pintó (Mural, 1943), encargado para el salón de la vivienda neoyorquina de su mecenas, Peggy Guggenheim, sobrina del fundador de la Fundación Solomon R. Guggenheim.

Sala de la Exposición. Fuente: Agencia EFE


COMENTARIO PERSONAL

Tuve la posibilidad de darme un salto a Bilbao hace dos semanas y de disfrutar la vibrante energía que emana de estas pinturas, esculturas y fotografías. Lienzos colosales, colores vivos e intensos, estilos de lo más variados... Fue como entrar de lleno en el cerebro de los grandes artífices del movimiento. A mi, personalmente, me maravilló. Quizás suene típico declararme fan incondicional de Pollock, pero si ya me gustaban sus cuadros en fotos contemplar algunos en directo ha sido la gota que ha colmado el vaso. De Kooning también ha sido todo un descubrimiento.
Creo que la muestra manifiesta a la perfección la versatilidad y la diversidad de un movimiento tan  multiforme. Espero que todo el que pudiera se acercara a disfrutarla, y sino recomiendo a todo el que se le presente otra oportunidad que no la desaproveche. Es, desde luego, uno de las corrientes del siglo XX que más emoción transmite, y contemplar las obras es desentenderse de la realidad por un segundo, olvidarla por completo, para perderse en el delirio de masas informes de color que, para mí, transmiten mucho más que muchas obras cuyo fundamento es lo terrenal. 

SELECCIÓN DE LAS OBRAS QUE INCLUÍA LA EXPOSICIÓN

Mark Rothko, Interior, 1936

Óleo sobre táblex, 60,6 x 46,4 cm


Richard Pousette-Dart, Undulation, 1941-1942

Óleo sobre lino, 121,9 x 238, 8 cm


Jackson Pollock, Mural, 1943

Óleo y caseína sobre lienzo, 242 x 603 cm


Arshile Gorky, The Unattainable, 1945

Óleo sobre lienzo, 104,8 x 74,3 cm

David Smith, Jaula de estrellas, 1950

Acero pintado y cepillado, 114 x 130,2 x 65,4 cm.

Clifford Still, PH-1140, 1957

Óleo sobre lienzo, 287 x 393,1 cm. 

Willem de Kooning, Collage, 1950

Óleo, esmalte y chinchetas de acero sobre papel, 53,3 x 73,6 cm

Jackson Pollock, Número 7, 1952

Esmalte y óleo sobre lienzo, 134,9 x 101,6 cm


Hans Hofmann, En un sobrio éxtasis, 1965

Óleo sobre lienzo, 182,9 x 152,4 cm

Franz Kline, Andrus, 1961

Óleo sobre lienzo, 200,7 x 332,7 cm

Entrada escrita por: Marta Alonso-Patallo Estupiñán

martes, 6 de junio de 2017

LOS FAUVES


"Sed indulgentes cuando nos comparáis con aquellos que fueron la perfección del orden; nosotros, que buscamos por todas partes la aventura"

Guillaume Apollinaire.

(Aracil, 1982)

Bonheur de vivre (La alegría de vivir). Óleo sobre lienzo. Henri Matisse (1906)

Contexto histórico

Según Serge Fauchereau (2006), París empezó a convertirse en una ciudad moderna a partir de la segunda mitad del s. XIX. En esos años se introdujeron grandes avances tecnológicos como la electricidad, el automóvil, el cinematógrafo, la telegrafía sin cables... También se produjeron grandes avances científicos como la teoría de la relatividad y la radioactividad. Tuvieron lugar Exposiciones Universales y grandes espectáculos como el Tour de Francia. Se introdujeron nuevas técnicas de construcción (materiales como el hormigón armado) que permitían una arquitectura más ligera y práctica... En definitiva, la ciudad, a principios del XX se había alejado del romanticismo y adaptado a los nuevos cánones de la Modernidad. Y todo esto, tanto en París como en otros lugares, tenía que afectar a las artes: en literatura, a la sintaxis y la poética; en música, a la tonalidad y, en las artes plásticas, a la perspectiva clásica y a la teoría de los colores (Fauchereau, 2006).

El Salón de los Independientes

En 1905 expuso en la capital francesa un grupo de jóvenes pintores unidos por una clara afinidad en torno al uso del color y su exaltación en tonos puros, excepcionalmente intensos y violentos. Ya desde finales del s. XIX el academicismo se había visto seriamente amenazado con el triunfo del Impresionismo; pero fue en los años previos a la Primera Guerra Mundial que se consolidó la tendencia libertadora del arte y empezaron a surgir las famosas vanguardias. El que se ha considerado el primer movimiento artístico del s. XX es el Fauvismo, surgido en Francia y que quedaría cristalizado en 1905 con el escándalo provocado por la exposición de una serie de cuadros de Matisse, Derain, Braque , Marquet, Dufy, Van Dongen y Vlaminck, entre otros, en el Salón de los Independientes primero y, después, en el Salón de Otoño.
Según Rodriguez Llera (2012), cuando el periodista y crítico de arte Louis Vauxelles entró en la sala y vio un agrupamiento de obras de tal cromatismo y fuerza expresiva en torno a una escultura de bronce convencional, Torso de niño, no pudo más que exclamar: "¡Donatello entre fieras!".  Y así fueron bautizados los autores como los fauves (fieras), y el movimiento como Fauvismo. "Es con las bestias feroces con quienes compararon a nuestros amigos, a causa de los colores que dejaban de cantar y rugían, literalmente", dijo el también crítico y poeta francés André Salmon (Ráfols, 1960).
El puente de Charing Cross (1906) André Derain


El Fauvismo

El Fauvismo como movimiento pictórico, pues, surgió en Francia y fue muy breve ya que duró, aproximadamente, desde 1904 hasta 1908 (hay que mencionar que surge paralelo al Expresionismo Alemán). A la hora de emprender un análisis de este movimiento surge el problema de su delimitación dada la ausencia de cualquier manifiesto o corpus teórico. Autores como Alfredo Aracil y Delfín Rodríguez (1983) consideran que se debe entender el fauvismo no tanto como un grupo sino como un acontecimiento de tres o cuatro años de duración y que influyó de manera determinante en muchas de las orientaciones que tomó el arte en la primera mitad del s. XX.
Aún así, a pesar de la ausencia de un programa general y de la diversidad de estilos de los fauves, sí que se pueden deducir algunas características que los aúnan como grupo:

  • El color. Es, sin lugar a dudas, el gran protagonista. Los autores lo emplean de forma creativa, intuitiva, instintiva y apasionada. Además, le dan independencia respecto al objeto: el color no coincide con su apariencia real en la naturaleza. Rechazan los tonos naturalistas en favor del color puro, agresivo y saturado
  • En cierto modo, reaccionan contra el Impresionismo, una corriente anterior que había dado más importancia a la luz en detrimento del color. De ahí que en el fauvismo la luz desaparezca, y con ella el claro oscuro y la perspectiva
  • La pincelada es rápida y nerviosa. Los toques son gruesos y vigorosos y los trazos toscos y discontinuos, aunque esto provoque la distorsión de las figuras. 
  • Las composiciones tienden hacia un único plano.
  • Paisajes, retratos, naturalezas muertas, desnudos, escenas interiores... son quizás los temas más recurrentes en el Fauvismo.
  • Para los fauves el cuadro tenía que ser expresión, y no composición u orden. En sus Notas de un pintor, dice Matisse: "para mí, la expresividad no reside en la pasión que está a punto de estallar en un rostro o que se afirmará por un movimiento violento. Se encuentra, por el contrario, en toda la distribución del cuadro;el lugar que ocupan los cuerpos, los vacíos a su alrededor, las proporciones, todo tiene un papel propio que representar. La composición no es más que el arte de disponer de manera decorativa los diversos elementos con los que un pintor cuenta para expresar sus sentimientos" (Aracil y Rodríguez, 1983).

Les Fauves

Henri Matisse

(1869-1954)
Henri Matisse retratado por Derain

André Derain

(1880-1954)
André Derain retratado por Matisse

Maurice de Vlaminck

(1976-1958)
Vlaminck retratado por Derain

Raoul Dufy

(1877-1953)
Dufy, Autorretrato

Émile-Othon Friesz

(1879-1949)
Othon Friesz, Autorretrato



Kees Van Dongen

(1877-1968)
 Van Donguen, Autorretrato

BIBLIOGRAFÍA

  • ARACIL, A., RODRÍGUEZ, D. (1983). El siglo XX. Entre la muerte del arte y el arte moderno. Madrid: Ediciones ISTMO, S.A.
  • FAUCHEREAU, S. (2006). El París de las vanguardias en Lars: cultura y ciudad, 4, 8-13
  • RÁFOLS, J. F. (1960) Los pintores "Fauves" en Cuadernos de arquitectura.
  • RODRIGUEZ LLERA, R. (2012). El arte den el siglo XX. Madrid: Creaciones Vicent Gabrielle

Entrada realizada por: Marta Alonso-Patallo Estupiñán.

martes, 23 de mayo de 2017

La Capilla Sixtina de Miguel Ángel.



En el año 1457 el papa Sixto IV mandó construir La Capilla Sixtina. Por encargo del Papa Julio II, Miguel Ángel comienza su decoración.

Corría el año 1508 cuando ‘Bramante, amigo y pariente de Rafael Urbino’, viendo que el Papa favorecía a Miguel Ángel, le persuadió para que Su Santidad, en memoria de Sixto IV, tío suyo, le hiciese pintar la bóveda de la capilla que aquél había hecho en palacio… Pero Miguel Ángel, pareciéndole obra grane y difícil, y considerando su poca práctica en los colores buscó con todas las excusas imaginables descargase de aquel peso, proponiendo para esto a Rafael’ (Historia del arte. El País. 2006).

‘Parece que cuanto más se excusaba Miguel Ángel, tanto más crecía el deseo del Papa, impetuoso en sus empresas -dice textualmente Vasari-; por lo que, estimulado especialmente por Bramante, el papa Julio II, que era súbito, estuvo a punto de irritarse contra Miguel Ángel. ‘Por fin, el gran escultor, resignándose a la fatalidad, acometió la heroica empresa (Historia del arte. El País. 2006).

Paradójicamente, esta obra le convertiría en uno de los genios de la pintura universal.
Para decorar La Capilla Sixtina, Miguel Ángel realizó dos proyectos. En el primero, más sobrio y pobre, solventaba de la manera más simple posible los requerimientos del papa, mientras que el segundo, de carácter más amplio, fue el que finalmente se llevó a cabo (Raquel Gallego, 2009).

En esta obra existe un aspecto que ha de ser tomado como algo absolutamente excepcional: es el autor, Miguel Ángel, y no el papa, quien establece el programa iconográfico. La Capilla Sixtina representa cuatro años de inmenso trabajo en solitario, cuyo fruto es una de las obras de arte más impresionantes que se pueden contemplar (Raquel Gallego, 2009).

La Capilla Sixtina es una gran sala rectangular de 40 metros de largo por 13 de ancho. Había sido construida en el siglo anterior, y los papas predecesores de Julio II se habían interesado en su decoración por grandes maestros contemporáneos. El cancel y la tribuna para los cantores tienen todavía las más bellas barandas y antepechos cuatrocentistas. Las paredes están decoradas con frescos de pintores del Quattrocento hasta la base de la bóveda (Historia del arte. El País. 2006).

El pintor dividió artificiosamente la superficie por medio de arcos figurados y cornisas en perspectiva, a mitad de la bóveda. Formó, así, un cuadriculado arquitectónico que separa las composiciones. Las de los espacios centrales representan escenas de los primeros días del linaje humano; la historia de los patriarcas. Primero se halla la Creación: Dios separando la luz de las tinieblas; Dios animando con su gesto la figura reclinada de Adán; Dios creando a Eva del cuerpo de Adán dormido (Historia del arte. El País. 2006).




Dios separando la luz de las tinieblas.


Detalle de la creación de Eva, episodio de la Biblia.


Seguidamente la escena doble del Pecado y de la expulsión del Paraíso, el Diluvio y el milagro de la serpiente de Moisés.


Escena doble del Pecado y expulsión del Paraíso.


El Diluvio.


En los arcos de la arquitectura encontramos unos jóvenes desnudos que se apoyan en pedestales, efebos pensativos, la eterna humanidad que contempla su marcha desde el inicio de los tiempos (Historia del arte. El País. 2006).


Más abajo se ven, entre los arcos, alternándose, los profetas y las sibilas, criaturas gigantescas, como representación suprema de la raza humana, destinadas a esperar el gran hecho que ha de redimirlas del pecado. Cada una de estas figuras es un personaje importante, de talla gigantesca. Están sentados a cada lado de la bóveda: Isaías, joven, profetiza, señalando con la mano su cabeza, llena de visiones; cerca de él, la Sibila de Cumas, una señora vieja, lee en un gran libro que sostiene sobre sus rodillas; Jeremías, con la cabeza inclinada, apoyada en una mano, sumido en una gran amargura; Daniel estudia y compara libros para predecir la venida del Mesías. Una muchacha joven, la Sibila Délfica, una hija de los gigantes, mira también el libro del porvenir.



Detalle profetas y sibilas.
(Profeta Isaías. Sibila Délfica).

Las tres escenas de la Creación son las últimas que llevó a cabo. La Creación del hombre es la más conocida de todas. Dios ha sido representado como un colosal ser de la mitología que extiende su mano para infundir vida en el cuerpo de Adán. Ernest Gombrich describe así la escena: ‘Adán está tumbado en la tierra con todo el vigor y la belleza que corresponde al primer hombre; por el otro lado se acerca el Dios padre llevado y sostenido por ángeles, envuelto por un manto majestuoso hinchado como una vela y sugiriendo la facilidad con que flota en el vacío. Cuando extiende su mano, no sólo toca el dedo de Adán sino que casi podemos ver al primer hombre despertando de un sueño profundo para contemplar a su hacedor’ (Raquel Gallego, 2009).





En la pared del fondo de La Capilla Sixtina se sitúa el Juicio Final. Miguel Ángel pintó estas escenas en un momento de crisis personal. En este espacio se agolpan casi cuatrocientos personajes sabiamente distribuidos alrededor de Jesucristo Juez al lado de la Virgen María. La composición es verdaderamente magnífica de pensamiento.

En lo alto, en el centro, el Salvador, a modo de Júpiter antiguo, lleno de fuerza levanta la mano para juzgar a los réprobos, que se ven caer en largos racimos dantescos; son figuras colosales que imploran gracia, aterradas por el gesto de la divina majestad. Abajo, en su barca, repleta de almas condenadas, Caronte atraviesa la laguna Estigia. Al lado de Cristo está la Virgen en actitud suplicante; a ella acuden con la mirada los humanos pecadores, ella es la única que puede servirles de medio entre el Señor de la tierra y de los cielos. En lo más alto, grupos de ángeles llevan los atributos de la Pasión (Historia del arte. El País. 2006).

En el espacio de los condenados los personajes se agolpan unos contra otros y ensaya escorzos muy atrevidos. Todos los grupos de los diferentes personajes se ven arrastrados por el movimiento de rotación, y desprenden un gran dinamismo (Raquel Gallego, 2009). En esta obra se repite una sola forma: la del cuerpo humano agigantado, estirado. Aquí parece que Miguel Ángel volvía a sus orígenes, sintiéndose escultor: le interesa el hombre como organismo, máquina perfecta de músculos, huesos y tendones (Historia del arte. El País. 2006).

Esta pared, donde se sitúa el Juicio Final fue pintada veinticinco años más tarde, por orden de otro Papa. Trabajó en estas pinturas durante seis años, y fue inaugurado el día de Navidad de 1541.




En los espacios que quedan al lado de las ventanas el artista pintó otras escenas bíblicas, un mundo de personajes trágicos, profetas menores y héroes judíos.

Desde el punto de vista técnico, Miguel Ángel elige el fresco para la decoración de las paredes. Los colores eran brillantes, intensos y vivos; afirmando que el color ocupó un lugar vital.
Miguel Ángel pasó grandes dificultades durante la realización de esta obra de arte. Las amarguras que pasó Miguel Ángel pintando la Capilla Sixtina se plasman en el acento de sinceridad y profunda melancolía que impera en el conjunto de las bóvedas (Historia del arte. El País. 2006).

Tuvo que luchar con las dificultades artísticas y, además, con apuros económicos, pues estando por entonces el Papa en guerra con los franceses, en ocasiones le faltaban los recursos materiales. Miguel Ángel tuvo que suspender la obra dos veces, y una de ellas se marchó a Bolonia. Vasari asegura que, por haber tenido que pintar medio tendido aquella bóveda, que en el centro es casi plana, en su vejez le dolían los ojos a menudo (Historia del arte. El País. 2006).

La bóveda de la Capilla Sixtina no tuvo necesidad de apologista; desde el primer día, Roma, y desde entonces toda la humanidad, se han mostrado unánimes en reconocerla como uno de los más grandes triunfos del esfuerzo humano (Historia del arte. El País. 2006).

Fue inaugurada el día de Todos los Santos de 1512. Julio II quiso celebrar aquel día la misa de pontifical en la capilla.
Vasari cuenta como anécdota que el Papa quería que se enriqueciera la bóveda con toques de oro, a lo que Miguel Ángel respondió que los patriarcas y profetas allí pintados ‘no fueron nunca ricos, sino hombres santos porque despreciaron las riquezas’ (Historia del arte. El País. 2006).

Es evidente que esta maravilla del Renacimiento ha marcado un antes y un después en la historia de la pintura del mundo. Se considera al conjunto la culminación del ideal universalista. Todos los elementos figurativos representan desde la creación de la humanidad hasta la visión del Juicio Final. Reúne, en su conjunto, la historia de la Salvación a través de los episodios del Antiguo Testamento (Enrique Valdearcos Guerrero, Historia del Arte).

Miguel Ángel cultivó varias manifestaciones artísticas, como la pintura; en la que resplandece su genialidad. Las artes plásticas del Renacimiento italiano están representadas por grandes artistas, que encarnaron a la perfección el arquetipo de uomo universalis que tenía una gran vigencia en aquel momento. Se trataba de hombres geniales en diversos ámbitos de las artes y el saber a los que se enfrentaban desde un punto de vista racional y no desde el prisma de la fe, como en la Edad Media.
Miguel Ángel se sitúa en el Cinquecento italiano. En esta época predomina la perspectiva lineal y atmosférica. En esta época la arquitectura se utiliza para realzar la monumentalidad de las figuras que en ellos se pintan, un gran ejemplo de ello es la Capilla Sixtina. El arte se adecúa a las normas de la arquitectura (Raquel Gallego, 2009).

La ciudad predilecta en esta época será Roma, principalmente por la influencia del Papado, el cual se convertirá en el gran protector de los artistas y contratantes de obras. En estos momentos el arte renacentista alcanzará su culminación (Renacimiento en Europa, ArteEspaña).

Como estilo definido no existe una conclusión definida, pero hablaremos entonces de momento culminante de punto espacial y temporal donde convergen las inquietudes de todo un siglo de estudio e investigación, conformando un nuevo lenguaje plástico opuesto al del mundo medieval, como hemos señalado anteriormente. Destacan varias personalidades que marcarán esta época: Leonardo da Vinci, Rafael y Miguel Ángel (Real Colegio Loreto, Pintores del Cinquecento).

Estos artistas, con sus obras, dan un impulso al desarrollo técnico de la pintura y se convierte en un estilo y modelo a seguir en sus diferentes facetas.


La Capilla Sixtina fue un proyecto ambicioso que Miguel Ángel llevó a cabo en un tiempo récord, mostrando el talento y la grandeza de este pintor.





Ana Barrero.

lunes, 15 de mayo de 2017

San Clemente de Tahull.




San Clemente de Tahull es una obra pictórica situada en el ábside de la iglesia de San Clemente de Tahull que se encuentra en el Valle de Bohí en Lérida.



Estamos ante una pintura religiosa. En esta decoración mural podemos ver el pantocrátor, que con una mano bendice y en la otra lleva un libro en el que se puede leer: ‘Ego Sum Lux Mundi’ (Yo soy la luz del mundo). El pantocrátor se encuentra entronizado, y a sus pies, la bola del mundo. Su rostro es alargado y las marcadas líneas dibujan el pelo, los ojos, la boca y la barba de manera simétrica.
Está rodeado de dos ángeles bajo esta imagen se encuentra el tetramorfos, símbolo de los cuatro evangelistas. Los apóstoles rodean el mural por la parte de abajo. La cuenca del ábside presenta un fondo dividido en tres bandas de diferentes colores, negro, ocre y azul.




Es una escena realizada al fresco, donde los pequeños detalles se observan con claridad. El dibujo está realizado con una línea gruesa de trazo ancho, de color negro, lo cual aporta una sensación de planitud (Raquel Gallego, 2009). Los colores predominantes son el verde, el azul, el rojo y el amarillo; existe una gran variedad de gama cromática, lo cual aporta profundidad a la imagen. La figura central está pintada en dos tonalidades diferentes, una clara y otra más oscura, consiguiendo cierto modelado, que el pintor remarca en los amplios pliegues de las vestiduras (M. Carmen Díaz Carrera, 2017).

Este tipo de pintura se caracteriza por un remarcado hieratismo; carente de toda expresividad. Las figuras muestran un aspecto antinaturalista. La posición en que se encuentran es estática y queda bien remarcada la frontalidad del dibujo. Además, los cuerpos muestran bastante rigidez y en algunos casos, severidad. Demuestra un claro carácter hierático. El autor, pretendiendo romper con la frontalidad de las figuras se observa una leve perspectiva en los símbolos que portan los evangelistas que nos permiten diferenciar dos partes, la cara exterior y la interior, diferenciadas también a través de dos colores diferentes (M. Carmen Díaz Carrera, 2017).




La pintura se caracteriza por su planitud. La anatomía humana se resuelve geométricamente; los trazos son simples y el fondo de la imagen está formada por las figuras.
Esta pintura tiene un carácter funcional, es simbólica. Esta obra estaba dirigida a una comunidad pobre e iletrada, por lo que las obras de temas religiosos tenían como objeto difundir escenas de la Biblia de forma comprensible para toda la población, así los analfabetos podrían ‘leer’ mediante los dibujos, es lo que podemos llamar una biblia gráfica (M. Carmen Díaz Carrera, 2017).

La simbología del ábside de San Clemente de Tahull se basa en varias narraciones bíblicas. Constituyen una representación de pasajes del Apocalipsis, el libro de Isaías y el libro de Ezequiel, culminando la imagen con el Juicio Final.

Se muestra a Dios desde una perspectiva sobrenatural, ya que aparece con todo su poder y su gloria para ‘jugar’ con la Humanidad, con la bola del mundo a sus pies. Se representa a Dios con todo lo que le caracteriza y lo identifica como ser supremo, señalando su magnificencia (Enseñ-arte, 2007).

San Clemente de Tahull es un fresco perteneciente a la pintura románica española, concretamente catalana del siglo XII (Raquel Gallego, 2009). La temática típica de esta época son el pantocrátor, La Virgen entronizada… Los dos focos principales de la pintura románica son el catalán y el castellano (Raquel Gallego, 2009).

La pintura románica del S. XII está influenciada por los elementos bizantinos, los árabes y los mozárabes; la presencia de éstos últimos fue un valioso aporte cultural que enriquece y da mayor personalidad a las manifestaciones artísticas.
Durante el S. XI el arte románico renovó y transformó los elementos ya implantados dando lugar a la coexistencia de fórmulas muy diferentes. 
La pintura románica catalana fue una de las artes más brillantes y destacadas. Cabe señalar el grupo de pinturas de las decoraciones de Tahull, alrededor de las cuales se formó un círculo estilístico de similar calidad, además de favorecer la introducción de otras corrientes procedentes de Francia (Daniel García Parra; Jose Luis Rodríguez, 2014).

En el siglo X-XI se produce una renovación religiosa e intelectual. La Península es un territorio ocupado por los musulmanes en el sur y la otra parte la ocupaban los cristianos. Con el avance de la Reconquista se pudieron recuperar los territorios perdidos por la penetración musulmana (El Románico. Enciclopedia-El País, 2006).

El Camino de Santiago se convierte, entonces, en una importante vía para la llegada de formas artísticas procedentes de otros países.

El carácter expresionista, las formas geométricas, los colores, la planitud, la falta de profundidad que caracterizan a esta imagen hacen que la obra destaque entre las pinturas de esta época y se convierta en una obra maestra del románico europeo, dejando su impronta en la Historia de la Pintura.




Ana Barrero.


lunes, 24 de abril de 2017

Dánae recibiendo la lluvia de oro. Tiziano.




Dánae recibiendo la lluvia de oro. Este cuadro, obra del pintor veneciano Tiziano está expuesto en el Museo Nacional del Prado y pertenece al Renacimiento italiano; en concreto a la pintura veneciana. Este cuadro forma parte de las ‘poesías’ que Tiziano pintó para Felipe II, fechado entre 1553-1554 (Raquel Gallego, 2009).

Venecia demostró tener una personalidad propia, diferente a la del resto de los focos italianos en que se desarrolló la pintura renacentista. Desde el Quattrocento, los pintores venecianos sienten una gran devoción por el color, elemento que prevalece sobre el dibujo. Es el color el mecanismo del que se sirven para plasmar la luz dorada de esta ciudad (Raquel Gallego, 2009).

En Venecia se respira un ambiente oriental; su comercio era muy rico y permitió que hasta allí llegasen gentes de lejanos países y con ellos objetos y animales exóticos que quedan muy bien reflejados en los cuadros de los pintores de esta ciudad. Es un arte que se caracteriza por su sensualidad y que se complace en la captación de las calidades, de los cuerpos femeninos desnudos y de los brillos de los lujosos objetos; como en el cuadro que analizamos (Raquel Gallego, 2009).

El Renacimiento italiano se encuadra entre los siglos XV y XVI. Se caracteriza por un gran interés por la Antigüedad clásica, colocan al ser humano en el centro de la creación. Las artes plásticas del Renacimiento italiano van a estar magníficamente representadas por artistas en diversos ámbitos de las artes y el saber a los que se enfrentaban desde un punto de vista racional y no desde el prisma de la fe, como se hacía en la Edad Media. Se producen grandes avances en la ciencia, la navegación… Destaca el mecenazgo que ejercen algunas familias como los Médici, los Farnesio, los Sforza… El Renacimiento se caracteriza por ser una época de grandes personalidades (El Renacimiento -Historia del arte, Enciclopedia El País, 2006).

En las artes plásticas, especialmente en Italia, son frecuentes las discusiones en las que se intercambian opiniones e ideas y se establecían las conexiones y diferencias existentes entre la pintura y la escultura. Esto recibía la denominación de paragone que, el historiador del arte Moshe Barash, define como un tipo de pasatiempo en los círculos humanísticos (Raquel Gallego, 2009).

Pues bien, a partir de este punto, analizaremos la obra de Tiziano.

En esta pintura se observa a una mujer desnuda de piel blanca, con su sirvienta al lado, en la que se aprecia su vejez y está recogiendo unas monedas que caen del cielo. Detrás de la mujer tumbada en la cama encontramos unas cortinas y un fondo en el que se observa el cielo.

La luz incide por la izquierda del cuadro y hace realzar, claramente, el cuerpo de la mujer recostada.
En cuanto a la composición, la imagen es circular; recoge el cuerpo de la mujer joven, la señora mayor y la lluvia de oro que está recogiendo las monedas que caen del cielo abierto.

La perspectiva se consigue, en esta obra, mediante la introducción del fondo como si fuera el cielo, la mano de la mujer tumbada, el perro acurrucado en la esquina inferior de la izquierda… es decir, los distintos planos que se observan en la imagen: primero el perro, más tarde la mujer recostada, detrás la mujer recogiendo las monedas y, al fondo, un cielo.

Los colores que caracterizan a esta pintura son fríos con toques de rojo y algunas pinceladas de colores cálidos, destacando las luces doradas que son propias de la ciudad de Venecia, antes mencionadas.

La temática del cuadro es mitológica, se representa a un mito. Esta obra ilustra el momento en el que Zeus posee a Dánae en forma de lluvia de oro.

Se observa un estudio anatómico en el que la mujer es de formas voluminosas, blandas y redondas y destaca la utilización de la técnica del sfumato; en la vieja mujer se observa el paso del tiempo en el rostro, el tratamiento anatómico es especialmente cuidado en esta obra.

Tiziano (1487-1576) fue discípulo de Giorgione y sus primeras obras, que atestiguan este aprendizaje, son tan parecidas a las de su maestro que han creado grandes problemas a los especialistas a la hora de señalar su autoría. Fue un gran retratista que despertó un interés que rebasó los límites de su país. Carlos V y su hijo, Felipe II, para el que pintó estás poesías, fueron grandes admiradores de su pintura y se hicieron retratar por él (Raquel Gallego, 2009).

Este pintor puede ser considerado el iniciador del retrato de aparato, en el que el personaje aparece representado en todo su esplendor y con la máxima dignidad. Es uno de los pintores que mejor supo plasmar los temas mitológicos, la desnudez del cuerpo femenino de formas blandas y redondeadas, como demuestran las Venus y el cuadro que es de nuestro interés (Raquel Gallego, 2009).

Tiziano evoluciona y a medida que avanza lo hace, también, su estilo; la pincelada se va haciendo más suelta y pastosa hasta llegar a su última obra, el Autorretrato, que también podemos encontrar en el Museo del Prado, de contornos borrosos y desmenuzados que preconiza la pintura impresionista.
Para concluir, podemos afirmar que en este cuadro el pintor se expresa principalmente por medio del color, como si la libre fantasía del tema se tradujera en él en libertad de expresión poética que alcanza mágicas fusiones de figuras y ambiente, en una gama cromática entretejida de luz. La figura de Dánae parece no tener peso y casi flotar; en el fondo armonizan los diferentes tonos de marrones, rojos y grises en un centellear de cielos de un azul intenso. (El Renacimiento -Historia del arte, Enciclopedia El País, 2006).

Dánae recibiendo la lluvia de oro es, posiblemente, el más bello desnudo realizado por el pintor. Esta versión de Dánae forma parte, como ya hemos indicado, de las ‘poesías mitológicas’ de Tiziano. El buscado contraste entre las dos figuras no hace sino resaltar la sensual belleza de la protagonista de la pintura, toda candor y abandono. La insólita lluvia de oro confiere una atmósfera irreal a la escena, y en ella Tiziano se adelanta temática y técnicamente a su época.

Dánae recibiendo la lluvia de oro es una muestra más del domino que ejerce el mundo clásico sobre esta pintura y cómo las generaciones posteriores se verán atraídos e influenciados por este autor y su estilo tan personal.



Ana Barrero.

sábado, 18 de marzo de 2017

Las dos fridas

Este verano cuando fui a Mexico , entre al museo de arte moderno.
Una de las obras que mas me impacto es de la que voy hablar en esta entrada; Las dos Fridas
http://www.museoartemoderno.com

No conocía tampoco la autora de esta obra , Frida Kahlo.
Pintora mexicana. Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.

Como he dicho anteriormente, voy hablar de la obra de las dos Fridas.
Es un doble autorretrato realizado en el mismo año en el que se divorcia del muralista mexicano Diego Rivera, con el que posteriormente se volverá a casar. En estos momentos momentos su salud era mala, agravada por la bebida. Trabajaba sin concederse descanso ya que había decidido salir a flote sin ayuda económicade su marido. Fue su primera obra realizada a gran escala y ella consigue expresar toda su angustia. Dijo no poder expresar su dolor en palabras por lo que decidió pintarlo.

Refleja sus sentimientos. La frida vestida de blanco a la europea , tiene el corazón destrozado es la Frida despreciada por Diego. También expresa su origen europeo por parte de su padre. Con unas pinzas quirúrgicas detiene la sangre que la pintora había comunicado en otras ocasiones con el corazón de Diego. (un poema de E. Nandino, aparece en su diario como una nota de amor a Diego Rivera )
Algunas de las flores rojas bordadas en la falda se transforman en manchas de sangre. La Frida con blusa y falda tehuana, traje tradicional mexicano, es la Frida que todavía ama a Diego. Tiene un pequeño marco ovalado con un retrato de su marido cuando era niño en su mano.
En el centro de la pintura las dos Fridas unen sus manos. El tormentoso fondo indica el difícil momento por el que atraviesa la pintora. "Yo sufro dos accidentes graves en mi vida" dijo una vez Frida. " uno en el que un autobus me tumbo al suelo.. el otro accidente es Diego"




"No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero, lo que si estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser"


Inês Perez Do Souto