martes, 7 de junio de 2011

“Las señoritas de Aviñón y El grito”



Óscar Sañudo López
Grado en Periodismo
Resumen

El presente informe es un análisis, comentario y crítica comparada de las dos obras seleccionadas: Las señoritas de Aviñón (1907) de Pablo Picasso, y una de versiones de El grito (1893) de Edvard Munch. Ambas son óleos. Se analizan en una primera parte correspondiente al análisis; de manera comparada, el tema, los elementos plásticos y las técnicas pictóricas incidiendo en las similitudes y diferencias de ambas obras. Dentro del posterior comentario se relacionan las obras con los autores nombrando y localizando la obra en el tiempo y en el espacio; identificando los caracteres generales del autor en el estilo de la obra; e identificando también las diferencias de la obra respecto a los caracteres generales de las demás obras del autor. Además se relacionarán ambas obras con la época histórica y finalmente se ofrecerá, a modo de crítica artística, una opinión personal de las obras basada en argumentos concretos y específicos.


Sumario

1. Introducción
2. Análisis de las obras de arte
2.1 Tema
2.2 Elementos plásticos
2.3 Técnicas pictóricas
3. Comentario de las obras
3.1 Relación de las obras con los autores
3.2 Relación de las obras con la época histórica
4. Crítica de arte


1. Introducción:

Entre la primavera y el inicio del verano de 1907 el pintor español Pablo Picasso tras haber dedicado seis meses a elaborar bocetos previos, terminó este óleo (actualmente ubicado en el Museo de Arte Moderno de Nueva York) considerado por muchos como la primera obra cumbre del siglo XX gracias a la realización en esta obra de transformaciones revolucionarias que provocarían el nacimiento de una nueva estética de vanguardia: el Cubismo. Picasso se había instalado en el célebre Bateau-Lavoir de París, alojamiento variadamente compartido por artistas sin blanca, entre otros el también español Juan Gris. Allí traba amistad con Braque y Apollinaire.

Durante tres años pinta y dibuja sin cesar, rendido a la influencia de Cézanne, mientras elabora con Braque las líneas maestras del cubismo analítico, cuya gran obra experimental es el hoy objeto de nuestro estudio, Las señoritas de Aviñón. Picasso tenía en ese momento 25 años y hubieron de pasar aun unos cuantos años hasta que esta obra fuera expuesta por vez primera en 1916, en París. Se cree que el tema de la obra surge en homenaje a un amigo del pintor (Casagemas) que se había suicidado por motivos amorosos unos años atrás.

Años antes, en 1883, Munch firmaba El grito, obra que adquiriría estatus de icono cultural tras la Segunda Guerra Mundial. En 1961 la revista Time utilizó la obra en una de sus portadas y entre 1983 y 1984, el artista pop Andy Warhol realizó una serie de estampaciones en seda sobre las obras de Munch, que incluían el objeto de nuestro estudio. Esta obra fue precedente e influencia directa del movimiento Expresionista que surgió en Alemania en 1905. La obra fue presentada al público como parte de una serie de seis cuadros llamada “El friso de la vida”. A Munch se le considera precursor del expresionismo, por la fuerte expresividad de los rostros y las actitudes de sus figuras, además del mejor pintor noruego de todos los tiempos.


2. Análisis de las obras:

2.1 Tema

No es fácil circunscribir estas rompedoras obras a cualquiera de los temas clásicos de la pintura. En el caso de la obra de Munch, nos encontramos ante la representación de un paisaje noruego junto con el retrato simbólico del que se supone que es el propio artista, mientras que en la obra de Picasso estaríamos ante una representación de género.

2.2 Elementos plásticos

Empecemos por señalar que en el lienzo de Picasso las líneas continuas claro-oscuras marcan las formas de las figuras aunque dificultan la distinción de los límites entre el fondo y las figuras, mientras que en la obra de Munch todas las líneas, tanto las rectas (las barandas del puente) como las ondulantes (con las que representa los motivos naturales), son utilizadas para converger hacia el centro del cuadro, donde reside su peso visual: la figura que grita. No hay en esta obra un predominio continuo de la línea, sino que las formas se hacen utilizando trazos continuos con sombras o claros

Respecto al volumen, Munch utiliza tanto la gradación de la luz como de los colores para modelar los volúmenes, consiguiendo también gracias a ese uso la sensación de angustia buscada. En la obra de Picasso nos encontramos ante volúmenes cuadrados y angulosos, fragmentados como preludio del cubismo.

En cuanto a la perspectiva en la obra de Picasso, hay que recordar que con ella rompe con los cánones de profundidad espacial y reduce toda la obra a un conjunto de planos angulares sin fondo ni perspectiva espacial. Nos encontramos ante formas planas, las siluetas femeninas aparecen como fracturadas, y los trazos que las delimitan son siempre rectilíneos y angulares, reclamando una pintura plana, bidimensional, opuesta a las técnicas tradicionales de la perspectiva. Por su parte Munch trata la perspectiva de la siguiente manera: en el puente las líneas son rectas para generar la perspectiva aérea, y en las figuras (sobre todo en la de primer plano) las líneas son onduladas para darnos esa sensación de movimiento que busca y, a la vez, transmitir así al observador el sentimiento de angustia ya referido.

Para hablar de la luz en El grito, tenemos que tener en cuenta que la escena está representada en un atardecer, por lo cual hay sombras y zonas iluminadas y la luz la proyecta el propio atardecer.

En cuanto al color, en la obra de Picasso analizada se utilizan colores neutros que no se correspondería con la realidad de las figuras; como rosa, ocre, azul y blanco. Respecto a la pincelada podemos decir que uniforme mientras que en El grito nos encontramos ante un tipo de pincelada ancha y larga, lo que ocasiona que la textura del cuadro sea suave. Hay dos tipos de pincelada según la zona compositiva: pincelada ancha para el frente y pincelada estrecha para el puente. En cuanto al color, señalemos que usa tanto colores cálidos como fríos; los combina para dar la sensación de desorden. Es un color irreal y forzado acorde con la impresión que quiere transmitir la obra.

La composición en esta obra de Munch es abierta y muy dinámica. A pesar de que casi todo el cuadro está marcado por el cielo hay que destacar dos zonas compositivas: el cielo y el puente. Es en el puente donde reside el mayor peso visual de la composición que ocupa además el primer plano, centrando el interés en la máscara angustiosa que dará nombre al cuadro.

En la obra de Picasso (la historia transcurre en un prostíbulo) hay en el que en el centro cinco mujeres desnudas; abajo se muestra un bodegón compuesto por algunas frutas que está sobre una mesa tapada con un mantel arrugado de color blanco. Las figuras parecen ofrecerse a la contemplación de un posible cliente en un burdel, aunque éste no esté presente en el cuadro y sea el propio espectador el actor, ya que parece como si el espectador del cuadro y el cliente del burdel fuesen la misma persona. Las figuras de la izquierda presentan posiciones de frente y de perfil, subrayando quizás algún tipo de oposición o sirviendo para la construcción de la profundidad espacial, o para establecer una relación diferente con el espectador.

También se introducen diferentes puntos de vista en atención a una composición autónoma respecto a todo lo anterior: la figura en cuclillas con el rostro completamente de espalda y dada la vuelta es una postura anatómicamente imposible, ya que cara y espalda son visibles simultáneamente; la segunda figura de la izquierda tumbada pero de pie…


2.3 Técnicas pictóricas:

En el caso de la obra de Picasso, nos encontramos con un óleo sobre lienzo con unas medidas de 245 x 235 cm. frente a 91 x 73´5 cm. de la obra de Munch también óleo sobre lienzo aunque otras fuentes nos remiten al pastel como material . Ambas pinturas son de carácter exento, se trata de soportes transportables.

3. Comentario de las obras:

3.1 Relación de las obras con sus autores:

Ya hemos datado y localizado ambas obras, pero merece la pena destacar los rasgos generales comunes de los autores en los estilos de estas obras y también sus diferencias.

Empecemos por la obra de Picasso teniendo en cuenta que este cuadro se convirtió en una de las primeras referencias clave del cubismo, género del que el artista español será el máximo exponente. Con este cuadro el pintor malagueño realizó el gran salto hacia la vanguardia que se anunciará a través del llamado cubismo analítico, abandonando sus épocas azul y rosa y basándose en la pintura románica y la escultura ibérica. En esta fase del cubismo analítico los cuadros serán de dimensiones medianas, la gama cromática más apagada, la línea geométrica descompondrá las figuras en multitud de planos y desaparecerá la profundidad. La relación del pintor con el cubismo hará que sus planteamientos sean totalmente inéditos en el arte, creando un nuevo lenguaje pictórico y estético que implica una nueva relación entre el espectador y la obra de arte. Estamos ante la etapa más importante del arte de Picasso, y la más transcendente, que comienza en 1906 y termina, oficialmente, en 1921.

En el cubismo picassiano no es el color, sino la línea la que crea la figura y compone el cuadro. Sus obras serán producto de un proceso de creación meditado y consciente. El cubismo se preguntará por los problemas del volumen y del espacio. Se reflejará en esta obra la modernidad de su pintura como una agresión al naturalismo. Todas las convenciones literales, y todos los detalles, han desaparecido después de un largo trabajo. De la imitación de la realidad de sus anteriores épocas (el realismo e intimismo de la época azul, los temas más alegres de su época rosa) pasará a su exclusiva interpretación personal. Por lo tanto, en este periodo Picasso se desvincula de los cánones de arte relacionados en mostrar representaciones exactas de la realidad, modificándolas y transformándolas con parámetros geométricos. Las influencias del arte africano se muestran también con relevancia en esta obra.

Respecto a la obra de Munch, podemos decir que esta obra refleja su gusto por la temática del miedo, la enfermedad y la angustia. Recordemos que tras 1889 se produce un cambio sustancial en la obra de Munch, ya que en octubre de este año viaja a París con una beca del gobierno noruego. Su relación con el expresionismo es evidente, ya que el expresionismo fue una corriente artística que buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del autor, más que la representación de la realidad objetiva: anteponía esos sentimientos a las propias formas. El artista expresionista lo que buscaba era que se experimente un impacto fundamentalmente emotivo ante sus obras, lo importante en este movimiento es la forma y el sentimiento del autor. La pintura, por tanto, se toma como un medio de desahogarse y de ver la vida con otro punto de vista. Para ello los pintores expresionistas utilizan los colores fuertes y puros. Distorsiona las formas retorciéndolas y pintados rostros desfigurados y tristes, tratando de buscar con las líneas, el transmitir el ritmo de esos sentimientos. A la luz de todas estas características, podemos afirmar la plena relación entre el autor, la obra analizada y la corriente a la que se circunscribe. Respecto a la relación con el conjunto de su obra, vemos también a modo de ejemplo de una manera muy evidente la insistencia en las imágenes cadavéricas en un ambiente crepuscular que nos recuerdan a su obra Paseo vespertino en Oslo.

En cuanto a la relación de la obra con el contexto histórico, sabemos que Eduard Munch pinto el Grito en 1893 en París, sin duda una de las cunas del pensamiento contemporáneo y en plenas reacciones sociales que siguieron a la Revolución industrial.

La sociedad se subordinó a la economía. Todos los componentes de la economía, incluida la tierra y la mano de obra, se incluyen en ese sistema de mercado y todos los factores de producción son considerados mercancías destinadas a la venta y sujetas al mecanismo de la oferta y demanda. La capital francesa vivía en esa época en un clima de constante protesta social con los inicios de las acciones terroristas anarquistas, el protagonismo de los movimientos sindicales que cada vez iban adquiriendo mayor peso y relevancia dentro de los movimientos sociales y huelgas generales contra la clase burguesa. Así pues el Grito fue pintado en este clima social y al ser Munch un pintor comprometido con el movimiento Bohemio e identificado con el enfrentamiento contra la clase burguesa la abstracción resultaría difícil a la hora de trabajar ante el lienzo.


4. Crítica de arte:


Ambas obras resultan a primera vista atractivas para el espectador, sin tener si quiera en cuenta su relevancia para la historia de la pintura moderna.
Decir que Las señoritas de Aviñón nos parece una obra absorbente y maravillosa no es original. Justificarlo es más fácil si tenemos en cuenta que el gran artista español nos propone un reto rompedor y plenamente vigente aun en nuestros días: veamos el cuadro desde la perspectiva de espectador ya reflejada en el comentario y sintámonos parte de la escena a través de la cubista mirada del malagueño. Nos atraerá el planteamiento geométrico imposible, el recuerdo de las máscaras africanas, la sensación de ser un vulgar sustituto de las figuras eliminadas tras los bocetos por Picasso y de estar contemplando un momento tan importante como cotidiano en la vida de las protagonistas.

Al enfrentarnos a la obra de Munch, incluso olvidando por un momento lo aprendido sobre su trayectoria, sus preocupaciones, sus miedos y angustias, e incluso obviando el relato de cómo se inspiró para pintar esta obra algo nos obliga a fijar la vista en la obra, atrapados por su expresividad. Los colores del atardecer nos atrapan de manera pegajosa, las figuras oscuras que observan la escena nos producen casi tanta angustia como el propio grito desesperado de la figura principal de la composición…

La expresividad del conjunto de la obra es inquietante y nos conduce a un estado de insatisfacción a través de un camino plagado de soledad, locura, desamparo y amenaza. No queremos indagar en la causa del grito, queremos escapar de la asfixiante sensación que nos producen las líneas ondulantes, el rostro cadavérico como perfecta máscara mortuoria que anticipa la única certeza de la vida… Y tras apartar la vista, nos damos cuenta del calado de la obra y no tendremos más remedio que volver los ojos una y otra vez hacía esta obra maestra de la pintura universal.

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