lunes, 24 de abril de 2017

Dánae recibiendo la lluvia de oro. Tiziano.




Dánae recibiendo la lluvia de oro. Este cuadro, obra del pintor veneciano Tiziano está expuesto en el Museo Nacional del Prado y pertenece al Renacimiento italiano; en concreto a la pintura veneciana. Este cuadro forma parte de las ‘poesías’ que Tiziano pintó para Felipe II, fechado entre 1553-1554 (Raquel Gallego, 2009).

Venecia demostró tener una personalidad propia, diferente a la del resto de los focos italianos en que se desarrolló la pintura renacentista. Desde el Quattrocento, los pintores venecianos sienten una gran devoción por el color, elemento que prevalece sobre el dibujo. Es el color el mecanismo del que se sirven para plasmar la luz dorada de esta ciudad (Raquel Gallego, 2009).

En Venecia se respira un ambiente oriental; su comercio era muy rico y permitió que hasta allí llegasen gentes de lejanos países y con ellos objetos y animales exóticos que quedan muy bien reflejados en los cuadros de los pintores de esta ciudad. Es un arte que se caracteriza por su sensualidad y que se complace en la captación de las calidades, de los cuerpos femeninos desnudos y de los brillos de los lujosos objetos; como en el cuadro que analizamos (Raquel Gallego, 2009).

El Renacimiento italiano se encuadra entre los siglos XV y XVI. Se caracteriza por un gran interés por la Antigüedad clásica, colocan al ser humano en el centro de la creación. Las artes plásticas del Renacimiento italiano van a estar magníficamente representadas por artistas en diversos ámbitos de las artes y el saber a los que se enfrentaban desde un punto de vista racional y no desde el prisma de la fe, como se hacía en la Edad Media. Se producen grandes avances en la ciencia, la navegación… Destaca el mecenazgo que ejercen algunas familias como los Médici, los Farnesio, los Sforza… El Renacimiento se caracteriza por ser una época de grandes personalidades (El Renacimiento -Historia del arte, Enciclopedia El País, 2006).

En las artes plásticas, especialmente en Italia, son frecuentes las discusiones en las que se intercambian opiniones e ideas y se establecían las conexiones y diferencias existentes entre la pintura y la escultura. Esto recibía la denominación de paragone que, el historiador del arte Moshe Barash, define como un tipo de pasatiempo en los círculos humanísticos (Raquel Gallego, 2009).

Pues bien, a partir de este punto, analizaremos la obra de Tiziano.

En esta pintura se observa a una mujer desnuda de piel blanca, con su sirvienta al lado, en la que se aprecia su vejez y está recogiendo unas monedas que caen del cielo. Detrás de la mujer tumbada en la cama encontramos unas cortinas y un fondo en el que se observa el cielo.

La luz incide por la izquierda del cuadro y hace realzar, claramente, el cuerpo de la mujer recostada.
En cuanto a la composición, la imagen es circular; recoge el cuerpo de la mujer joven, la señora mayor y la lluvia de oro que está recogiendo las monedas que caen del cielo abierto.

La perspectiva se consigue, en esta obra, mediante la introducción del fondo como si fuera el cielo, la mano de la mujer tumbada, el perro acurrucado en la esquina inferior de la izquierda… es decir, los distintos planos que se observan en la imagen: primero el perro, más tarde la mujer recostada, detrás la mujer recogiendo las monedas y, al fondo, un cielo.

Los colores que caracterizan a esta pintura son fríos con toques de rojo y algunas pinceladas de colores cálidos, destacando las luces doradas que son propias de la ciudad de Venecia, antes mencionadas.

La temática del cuadro es mitológica, se representa a un mito. Esta obra ilustra el momento en el que Zeus posee a Dánae en forma de lluvia de oro.

Se observa un estudio anatómico en el que la mujer es de formas voluminosas, blandas y redondas y destaca la utilización de la técnica del sfumato; en la vieja mujer se observa el paso del tiempo en el rostro, el tratamiento anatómico es especialmente cuidado en esta obra.

Tiziano (1487-1576) fue discípulo de Giorgione y sus primeras obras, que atestiguan este aprendizaje, son tan parecidas a las de su maestro que han creado grandes problemas a los especialistas a la hora de señalar su autoría. Fue un gran retratista que despertó un interés que rebasó los límites de su país. Carlos V y su hijo, Felipe II, para el que pintó estás poesías, fueron grandes admiradores de su pintura y se hicieron retratar por él (Raquel Gallego, 2009).

Este pintor puede ser considerado el iniciador del retrato de aparato, en el que el personaje aparece representado en todo su esplendor y con la máxima dignidad. Es uno de los pintores que mejor supo plasmar los temas mitológicos, la desnudez del cuerpo femenino de formas blandas y redondeadas, como demuestran las Venus y el cuadro que es de nuestro interés (Raquel Gallego, 2009).

Tiziano evoluciona y a medida que avanza lo hace, también, su estilo; la pincelada se va haciendo más suelta y pastosa hasta llegar a su última obra, el Autorretrato, que también podemos encontrar en el Museo del Prado, de contornos borrosos y desmenuzados que preconiza la pintura impresionista.
Para concluir, podemos afirmar que en este cuadro el pintor se expresa principalmente por medio del color, como si la libre fantasía del tema se tradujera en él en libertad de expresión poética que alcanza mágicas fusiones de figuras y ambiente, en una gama cromática entretejida de luz. La figura de Dánae parece no tener peso y casi flotar; en el fondo armonizan los diferentes tonos de marrones, rojos y grises en un centellear de cielos de un azul intenso. (El Renacimiento -Historia del arte, Enciclopedia El País, 2006).

Dánae recibiendo la lluvia de oro es, posiblemente, el más bello desnudo realizado por el pintor. Esta versión de Dánae forma parte, como ya hemos indicado, de las ‘poesías mitológicas’ de Tiziano. El buscado contraste entre las dos figuras no hace sino resaltar la sensual belleza de la protagonista de la pintura, toda candor y abandono. La insólita lluvia de oro confiere una atmósfera irreal a la escena, y en ella Tiziano se adelanta temática y técnicamente a su época.

Dánae recibiendo la lluvia de oro es una muestra más del domino que ejerce el mundo clásico sobre esta pintura y cómo las generaciones posteriores se verán atraídos e influenciados por este autor y su estilo tan personal.



Ana Barrero.

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