domingo, 11 de junio de 2017

El expresionismo abstracto explota en el Guggenheim

EL EXPRESIONISMO ABSTRACTO

El Expresionismo Abstracto trajo consigo una revitalización de la pintura, que adquirió un significado existencial nuevo y profundo en un contexto histórico complejo, dominado por la guerras y la devastación que atenazaron gran parte de la primera mitad del s. XX., así como la transformación de EE.UU. en una superpotencia global dominante. 
En este contexto, los expresionistas abstractos dieron un nuevo significado a la pintura, reivindicando la misión trascendental que corresponde al artista. En la obra de estos autores se plasma de una forma totalmente nueva desde el gesto o el dinamismo del cuerpo del pintor en acción hasta la aspiración a lo sublime, pasando por la expresión de un enorme abanico de estados emocionales (Juan Ignacio Vidarte, Director General del Guggenheim de Bilbao).
La pintura abstracta supone una confrontación con el espectador, según Pollock; "no son pinturas en el sentido tradicional", en palabras de Still, sino "vida y muerte fundiéndose en una terrible unión". Rothko busca "expresar las emociones humanas básicas, tragedias, éxtasis, fatalidad, etc.", mientras que Newman ofrece una de las perspectivas más elevadas, al afirmar que solo podemos comprender lo físico si comprendemos lo metafísico.
Debido a su origen neoyorquino, a la renovada confianza en la pintura que propone y la libertad de expresión creativa que le caracteriza, este fenómeno ha sido celebrado como netamente americano. De hecho, se dice que Nueva York toma el papel de París como capital mundial del arte a raíz de la explosión de este movimiento. no obstante, tanto en sus raíces e influencias como atendiendo al origen geográfico de algunos de sus componentes, tiene una vinculación esencial con el arte y la cultura europeas.
Si bien el expresionismo abstracto constituye un fenómeno rupturista, sus principales figuras recurrieron a fuentes tan heterogéneas como el arte primitivo, el Romanticismo alemán, el Surrealismo, el Cubismo o el Expresionismo y recibieron la influencia de grandes maestros como El Bosco o Rembrandt (Anfam, 2017). Tanto las biografías de muchos de los expresionistas abstractos, llenas de abundantes episodios dramáticos o difíciles, como el contexto posbélico en el que desarrollaron su arte, contribuyeron a la intensidad que se aprecia en la mayoría de estas piezas.
El expresionismo abstracto fue fruto de la experiencia común de una serie de artistas que vivieron en el Nueva York de la década de 1940 y, aunque eran amigos y compañeros, cada uno tenía un estilo propio y único. A diferencia de lo que ocurrió en movimientos precedentes como el Cubismo o el Surrealismo, el Expresionismo Abstracto no parecía seguir una fórmula fija, una diversidad que celebra la libertad individual de cada artista para expresarse(Anfam, 2017).

Los Irascibles, Nina Leen, publicada en la revista LIFE el 15 de enero de 1951.
Es la fotografía que aúna más integrantes del Expresionismo Abstracto en un mismo lugar.


LA EXPOSICIÓN

Coincidiendo con su XX Aniversario, el Museo Guggenheim de Bilbao ha acogido una de las mayores exposiciones que se han dedicado en este continente al movimiento americano. Con la colaboración de la Royal Academy of Arts de Londres, la Fundación BBVA y Terra Foundation for American Art, el museo ha acogido entre sus muros algunas de las obras más relevantes de los artistas que dieron forma al movimiento (Sam Francis, Barnett Newman, Willem de Kooning, Jackson Pollock, Mark Rothko, Ad Reinhardt...). Desde el 3 de febrero de este año al 4 de junio, miles de visitantes han podido disfrutar de pinturas, fotografías y esculturas que ofrecen un panorama integral del desarrollo del Expresionismo Abstracto y sus grandes logros artísticos. Más de 130 obras creadas por los máximos exponentes de esta tendencia procedentes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Algunas de ellas, según Francisco González (presidente de laFundación BBVA) han abandonado el continente americano por primera vez.
Entre los cuadros más valiosos que se han exhibido en Bilbao destaca el lienzo de mayores dimensiones que Pollock pintó (Mural, 1943), encargado para el salón de la vivienda neoyorquina de su mecenas, Peggy Guggenheim, sobrina del fundador de la Fundación Solomon R. Guggenheim.

Sala de la Exposición. Fuente: Agencia EFE


COMENTARIO PERSONAL

Tuve la posibilidad de darme un salto a Bilbao hace dos semanas y de disfrutar la vibrante energía que emana de estas pinturas, esculturas y fotografías. Lienzos colosales, colores vivos e intensos, estilos de lo más variados... Fue como entrar de lleno en el cerebro de los grandes artífices del movimiento. A mi, personalmente, me maravilló. Quizás suene típico declararme fan incondicional de Pollock, pero si ya me gustaban sus cuadros en fotos contemplar algunos en directo ha sido la gota que ha colmado el vaso. De Kooning también ha sido todo un descubrimiento.
Creo que la muestra manifiesta a la perfección la versatilidad y la diversidad de un movimiento tan  multiforme. Espero que todo el que pudiera se acercara a disfrutarla, y sino recomiendo a todo el que se le presente otra oportunidad que no la desaproveche. Es, desde luego, uno de las corrientes del siglo XX que más emoción transmite, y contemplar las obras es desentenderse de la realidad por un segundo, olvidarla por completo, para perderse en el delirio de masas informes de color que, para mí, transmiten mucho más que muchas obras cuyo fundamento es lo terrenal. 

SELECCIÓN DE LAS OBRAS QUE INCLUÍA LA EXPOSICIÓN

Mark Rothko, Interior, 1936

Óleo sobre táblex, 60,6 x 46,4 cm


Richard Pousette-Dart, Undulation, 1941-1942

Óleo sobre lino, 121,9 x 238, 8 cm


Jackson Pollock, Mural, 1943

Óleo y caseína sobre lienzo, 242 x 603 cm


Arshile Gorky, The Unattainable, 1945

Óleo sobre lienzo, 104,8 x 74,3 cm

David Smith, Jaula de estrellas, 1950

Acero pintado y cepillado, 114 x 130,2 x 65,4 cm.

Clifford Still, PH-1140, 1957

Óleo sobre lienzo, 287 x 393,1 cm. 

Willem de Kooning, Collage, 1950

Óleo, esmalte y chinchetas de acero sobre papel, 53,3 x 73,6 cm

Jackson Pollock, Número 7, 1952

Esmalte y óleo sobre lienzo, 134,9 x 101,6 cm


Hans Hofmann, En un sobrio éxtasis, 1965

Óleo sobre lienzo, 182,9 x 152,4 cm

Franz Kline, Andrus, 1961

Óleo sobre lienzo, 200,7 x 332,7 cm

Entrada escrita por: Marta Alonso-Patallo Estupiñán

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